jueves, 14 de octubre de 2010


Cuando todas mis esperanzas en mi y en la humanidad se habían perdido, recibí un dulce azul.

Hoy discutí con él, fue una de esas peleas tontas que tienen los novios, en donde realmente no hay un gran problema, solo egos que chocan, sin embargo, creo que todas esas pequeñas discusiones, a la larga van deteriorando y desgastando una relación.
En fin, salíamos de tomar un café con los compañeros del salón y aparentemente el choque que tuvimos antes había quedado atrás, decidimos ir a un parque, caminamos una cuadra, de la nada se detuvo y me dijo... -mejor me voy a mi casa-, instantaneamente mis ojos se llenaron de lágrimas, y en mi cabeza resonaban las palabras que me había dicho durante la discusión, las contuve tanto tiempo como pude, llegamos al metro, cada uno tomo una dirección diferente, cuando aborde, el seguía parado ahí, me despedí agitando la mano y de lejos me dijo -Te amo, no llores- evidentemente eso hizo que las lagrimas corrieran directamente a suicidarse contra el piso, en el primer recorrido me cuestione tanto sobre mi, sobre mi forma de ser, me descubrí víctima y victimario, culpable e inocente, infeliz.
Transbordé y llegué al anden, me tiré en el piso a esperar el metro y las lágrimas siguieron fluyendo, las personas pasaban y me veían con desdén, finalmente llegó el vagón, me subí aun llorando, de pronto apareció ella, me sonrió, me dió un pañuelo, un dulce y me dijo... -tranquila-...
Le dije gracias, intenté sonreír pero no pude, estaba asombrada, seguía llorando, pero mis lágrimas tenían un sabor diferente, no podía creer que entre tanta gente que había en el vagón una persona se acercara para darme algo.
Nunca había sentido esto, como es posible que alguien que no te conoce, que jamás te ha visto en la vida, de pronto decidió darte algo, ¿Cómo alguien que no sabe quién eres decide hacer algo por ti?..
Bien, hoy me dí cuenta que no todo es tan malo, aun hay personas que pueden hacer que tu día cambie, Gracias a la chica del metro, solo ella sabe que vio en mi que la impulsó a tener ese hermoso detalle.

Ahora cargaré dulces azules en mi mochila, pues creo que esto de hacer algo por el otro se contagia y hoy me contagiaron a mi, ojala tu te contagies también.